He visto una frase que me dejó una profunda impresión: "Si en esta vida no ves tu mejor versión, será una gran lástima."

Antes pensaba que la mejor versión era tener relojes de marca, autos lujosos y ropa de diseñador. Ahora entiendo que todo eso es superficial. El estado de plenitud real, la palabra clave es "uno mismo". Un cuerpo fuerte, una valentía extraordinaria, la doble cultivación del cuerpo y la mente.

Este proceso es interesante, es una inversión desde afuera hacia adentro.

En esta era donde los deseos de consumo están en todas partes, todo tipo de anuncios, promociones y cadenas de interés te están bombardeando constantemente: necesitas esto, te falta aquello. Solo cuando realmente compras y posees, te das cuenta de la realidad: no son tan buenos como esperabas. La ropa de lujo que llevas puesta, sigues siendo tú, solo que has gastado dinero innecesariamente. Incluso puedes arrepentirte, preguntándote por qué estas cosas son tan caras, si estoy ciego o si me han cobrado un impuesto a la inteligencia.

Pero este proceso de caer en la trampa es inevitable. ¿Cómo dejar ir algo que nunca se tuvo? Es demasiado fácil caer en una mentalidad de autoengaño. Solo después de haberlo experimentado y decepcionado, puedes ver claramente la verdadera cara de las trampas del consumo.

Una vez que rompes con este esquema, tus aspiraciones cambian silenciosamente. De gastar dinero en lo externo, a invertir en uno mismo — hacer ejercicio, leer, perfeccionar el pensamiento, elevar el mundo espiritual. Eso es lo que realmente vale la pena.