¿¿¿Qué está haciendo El Salvador??? En apariencia, comprando Bitcoin, en realidad, está redefiniendo su destino financiero.

En 2025, ha aumentado en 1511 BTC, alcanzando un stock total de más de 7514. La cifra puede parecer insignificante, pero la lógica detrás de ello ha trascendido la mentalidad de "comprar en bajada" de los inversores minoristas. Mientras el mundo aún discute si Bitcoin es oro digital o una burbuja especulativa, el gobierno de Bukele ya lo considera un boleto para acceder al orden monetario del futuro.

Solo con mirar la realidad se entiende. ¿Circulación interna? Más del 90% de los ciudadanos no usan BTC para pagos. ¿Remesas internacionales? El dólar sigue dominando. Entonces, ¿qué busca realmente El Salvador? Reservas estratégicas. Reservas para contrarrestar la hegemonía financiera del dólar.

Verás un detalle interesante: incluso bajo la presión del acuerdo de préstamo con el FMI, este país sigue comprando al menos 1 Bitcoin al día. Esto no es economía, es política. Es una señal a los países del Sur global: los países pequeños y débiles también pueden disputar la hegemonía monetaria con medios no convencionales. Eso en sí mismo es un desafío silencioso.

Pero, volviendo al tema, el riesgo de esta apuesta meticulosa es aterrador. El destino financiero de todo un país está estrechamente ligado a un activo de alta volatilidad. ¿Y si el mercado de Bitcoin colapsa? Crisis de crédito soberano en minutos.

Pero, pase lo que pase, El Salvador ya ha logrado una cosa: convertir Bitcoin, que era un juguete tecnológico para los geeks, en una pieza en el tablero de la geopolítica a nivel nacional. Eso, en sí mismo, ya es una victoria.