El mercado de 2025 está interpretando de una manera brutal lo que significa «un cielo y un infierno».

Por un lado, los metales preciosos están en una lucha encarnizada — el 25 de diciembre, el oro superó los 4500 dólares/onza, con una ganancia anual que alcanza el 70%, siendo la segunda mejor performance del año desde 1979. La plata aún más impresionante, con un aumento del 132% en el mercado internacional de plata a contado, y los contratos de plata T+D en China experimentaron un aumento diario del 7.79% en diciembre, rompiendo un récord en 14 años.

¿Y qué pasa con BTC? Hasta el 25 de diciembre, la caída anual es del 7.4%, tras una corrección de más del 30% desde los máximos históricos de octubre. El S&P 500, en cambio, sigue alcanzando nuevos máximos, pero el débil rendimiento de los activos de referencia en criptomonedas suena la alarma para los inversores sobre el ciclo.

Esta divergencia no es casualidad. Mirando hacia atrás en la historia, el oro atravesó un largo período de ajuste de 20 años (1980-2000), cayendo de 850 dólares/onza a 251.95 dólares/onza, con una caída del 70%. La plata fue aún más dura: su máximo histórico anterior fue en mayo de 2011, y en los 13 años siguientes cayó un 73%, eliminando a la mayoría de los participantes impacientes durante un largo período de consolidación, hasta que en 2025 logró una recuperación y rompió esa resistencia.

Detrás de esto, en realidad, están funcionando las leyes de los ciclos a largo plazo. El movimiento cíclico de los activos no se rige por la voluntad humana; las altas volatilidades suelen indicar mayores oportunidades — siempre que puedas soportar esos largos períodos de latencia.