Los gobiernos de todo el mundo enfrentan una realidad creciente: atraer inversores en bonos requiere ofrecer rendimientos más altos. Desde EE. UU. hasta Japón, la tendencia es inconfundible. A medida que los costos de endeudamiento aumentan, los bancos centrales y las tesorerías se ven obligados a mejorar las condiciones solo para mantener el flujo de capital.

Este cambio está redefiniendo las estrategias de emisión de deuda en todo el mundo. Los países son cada vez más reacios a comprometerse con instrumentos de deuda a largo plazo: el cálculo de riesgo-recompensa simplemente ha cambiado. Cuando las tasas a corto plazo se vuelven más atractivas, ¿por qué comprometerse con vencimientos prolongados?

Para los inversores que observan las tendencias macroeconómicas, esto importa. La subida de los rendimientos de los bonos gubernamentales repercute en las decisiones de asignación de activos, influye en el apetito por el riesgo y, en última instancia, moldea los flujos de liquidez en los mercados. Es un recordatorio de que los ciclos económicos más amplios no existen en aislamiento: impactan directamente en cómo el capital se mueve a través de diferentes clases de activos, incluidos los activos digitales.