Ayer el proceso era un poco complicado: querías comprar un café, primero tenías que vender algunas monedas, esperar a que se concretara la operación, luego esperar a que llegara la transferencia y, por último, pagar las comisiones. Después de mucho lío, los activos estaban inactivos y el valor se interrumpía.

Ahora la situación es completamente diferente. Con una tarjeta de pago en criptomonedas, pagas en segundos. Lo mejor es que tus activos no están ociosos: en el backend, en la bóveda, generan intereses de forma continua. También se acumulan automáticamente reembolsos por consumo, y la puntuación de crédito en la cadena también está en aumento.

Esto no solo mejora la conveniencia, sino que también representa una revolución en la forma de pensar:

**Los activos siempre están trabajando** — incluso cuando usas la tarjeta en la cafetería, están generando beneficios en la cadena.

**El consumo en sí mismo se convierte en un activo** — cada pago ayuda a consolidar tu crédito, acumular recompensas e incluso mejorar tu puntuación en la cadena.

Esta es la lógica fundamental del ecosistema de pagos Web3: convertir lo inactivo en valor, y el consumo en inversión.