El vino como activo de inversión atraviesa un bache—tres años consecutivos de rendimientos en declive han llevado a coleccionistas y gestores de carteras a reevaluar sus posiciones. A diferencia de los mercados de criptomonedas volátiles que pueden fluctuar drásticamente en meses, los activos alternativos tradicionales como el vino fino se mueven más lentamente, pero la tendencia a la baja es inconfundible. Los inversores que apuestan por añadas raras como cobertura contra la inflación están encontrando muy poco potencial de subida, lo que plantea dudas sobre si los objetos de colección todavía merecen un lugar en carteras diversificadas junto con las criptomonedas.