Últimamente circula en línea un chiste absurdo — que un fundador fue arrestado con una billetera Trezor en el recto, que contenía 10,000 bitcoins. Al principio suena como algo mágico, en realidad es solo un chiste que la gente se inventa para hacer humor en medio de la bear market.

La situación real es así: Do Kwon fue arrestado en Montenegro por usar un pasaporte falso, y este mes se declaró culpable en un caso de estafa de 400 millones de dólares, recibiendo una condena de 15 años. No hay una historia de tesoros escondidos en su cuerpo, solo un juicio legal frío y sin emociones.

Pero al ver cómo se difunde este rumor, te das cuenta de algo aún más doloroso: esto en realidad refleja una ansiedad colectiva profunda en la industria de las criptomonedas: ¿hasta qué punto hemos llegado a confiar en las "personas" en este campo?

Cuando un fundador tiene problemas, la primera reacción no es pensar en sanciones legales, sino en especular "¿todavía tiene activos que no han sido descubiertos?". Detrás de esta reacción, se muestra que toda la industria tiene en su ADN una desconfianza hacia la autoridad personal, la opacidad en las operaciones e incluso las operaciones en caja negra.

¿Y qué nos enseña el caso de Do Kwon? Que cuando un proyecto depende demasiado de la credibilidad personal del fundador, tiene operaciones opacas o incluso realiza acciones ilegales, ese sistema es como papel, se rompe con un simple golpe.

Entonces, la pregunta es: en una industria que ha estado rodeada de innumerables estafas y escándalos, ¿dónde debemos poner nuestra confianza?

Quizá la respuesta no esté en apostar por "el próximo fundador confiable", sino en elegir aquellos protocolos que en realidad no requieren que confíes en nadie — que funcionan completamente con lógica de código y transparencia en la cadena. Con este tipo de proyectos, ya no hay que preocuparse de que el fundador huya o manipule en secreto. La confianza deja de ser una apuesta y se convierte en una garantía técnica verificable.