Los gobernantes en general, que no comparten tus intereses, siempre desean tener objetivos y enemigos comunes contigo. ¿Cómo suelen hacerlo? Primero, te colocan un sombrero de máximo nivel. Te elevan a la voz más grande, más objetiva y más cercana a la verdad en la historia de la humanidad. De este modo, te sientes incómodo al rechazar la próxima invitación a colaborar, pues parecería que fallas en las expectativas de todos.



Segundo, crean un enemigo público o un demonio final. Deben inventar un enemigo que sea lo suficientemente malvado, urgente e imperdonable (por ejemplo, nazis, terroristas, regímenes totalitarios, conspiraciones políticas, etc.). La clave es: este enemigo no debe solaparse con los crímenes que los gobernantes actualmente desean encubrir.

Tercero, te introducen en su marco lingüístico. Comienzan a referirse a ti como parte del mundo libre, justo, antifascista, etc. Una vez que aceptas este "nosotros", ya estás medio encajado en su esquema.

Cuarto, te asignan una tarea de ataque exclusiva. Te suministran pruebas concluyentes para que golpees al enemigo común. La sutileza de este paso radica en que: tú mismo creas la memoria muscular de luchar junto a ellos contra el mal.

Quinto, construyen un campo enemigo: tu asociación automática con ellos. Basta con que alguien critique a los gobernantes para que inmediatamente lo etiqueten como aliado del enemigo común, objetivamente asociado con el mal. Con el tiempo, subconscientemente evitarás las críticas a nuestro lado, porque eso sería ayudar al enemigo.

Sexto, incrementan progresivamente las pruebas de pureza. Comienzan a exigirte que te pronuncies sobre temas cada vez más marginales y extremos: ¿no apoyarías esto también? ¿No justificarías a esa persona? Cada vez que pasas una prueba, tu radio de acción se reduce un poco más.

Último paso: te hacen cortar con tu antiguo yo. La señal definitiva de que han logrado integrarte es cuando comienzas a eliminar antiguos tweets, a pedir disculpas, a declarar que eras demasiado ingenuo y que ahora comprendes quién es realmente el enemigo. Con esto, te transformas completamente de una persona irremediablemente comprable en un perro de pelea leal.

Plan alternativo B: si los primeros 7 pasos fallan, activa este: una campaña de estigmatización que te vuelva fuera de control/comprado/infiltrado, transformándote en un nuevo enemigo común.
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