El Reino Unido no ha hecho poco ruido esta vez: la nueva ley de activos digitales ha incluido directamente las criptomonedas en la categoría de "bienes personales". ¿Parece una actualización rutinaria de documentos legales? En realidad, el significado va mucho más allá.

Que un antiguo imperio financiero se preste voluntariamente a respaldar los activos digitales transmite una señal muy clara: esto ya no es un producto especulativo de un área gris, sino un "activo serio" que necesita protección de la propiedad. Los riesgos legales que más preocupan a las instituciones ahora se pueden descartar en gran medida.

Hablando de "seriedad", los gobiernos de varios países ya guardaban activos desde hace tiempo. El número total de bitcoins en manos oficiales a nivel mundial ronda las 600.000 monedas; Estados Unidos acumula unas 326.000, y se dice que el segundo mayor poseedor tiene unas 190.000. Lo curioso es que estos grandes tenedores nunca anuncian su posición abiertamente, pero cuando toca comprar no les tiembla el pulso.

Países pequeños como El Salvador son aún más directos: minan y compran bitcoin abiertamente, dejando claro que quieren tener una vía alternativa al sistema fiduciario tradicional. Bután también está haciendo lo suyo discretamente. Si lo piensas bien, ¿no parece una forma de posicionarse por adelantado?

La situación actual es esta: los países acumulan bitcoin como reserva estratégica, y cada vez hay menos tokens disponibles para el mercado de circulación. Para la gente común, la volatilidad de precios a corto plazo es más bien una oportunidad; al fin y al cabo, estar en el mismo lado que los grandes jugadores es mucho mejor que perseguir máximos y quedarse atrapado.

El DCA (Dollar Cost Averaging), esa estrategia aparentemente torpe de invertir periódicamente, resulta ser la más útil en estos momentos. Las correcciones no son un riesgo, sino una oportunidad para entrar. Por supuesto, el requisito previo es tener claro si lo tuyo es especulación o asignación de activos.