#稳定币发展与风险 Al repasar la evolución de las stablecoins, desde los primeros días de USDT hasta la reciente colaboración entre Visa y AquaNow, se puede decir que ha habido cambios radicales. Recuerdo haber presenciado el nacimiento de USDT, en una época en la que todos debatían acaloradamente si Bitcoin podría convertirse en una herramienta de pago. Quién iba a pensar que, tras más de una década, las stablecoins no solo se convertirían en la infraestructura básica del mundo cripto, sino que incluso empezarían a penetrar en el sector financiero tradicional.
El movimiento de Visa es, sin duda, un hito. Demuestra que los gigantes tradicionales de los pagos ya reconocen el valor de las stablecoins y están dispuestos a integrarlas en su propio ecosistema. Esto me recuerda al gran revuelo que causó Facebook en 2019 con el lanzamiento de Libra. En aquel momento, gobiernos y bancos centrales de todo el mundo reaccionaron como si se enfrentaran a una amenaza, temiendo que las stablecoins privadas pudieran poner en peligro la soberanía monetaria. Ahora, parece que las stablecoins están integrándose en el sistema financiero existente de una manera más suave y progresiva.
Sin embargo, no podemos ignorar los riesgos a los que se enfrentan las stablecoins. El colapso de Terra/Luna es una lección sangrienta que nos recuerda la necesidad de mantener una vigilancia extrema sobre los mecanismos y los activos de respaldo de las stablecoins. A medida que su uso en los pagos se expande, también lo hace su importancia sistémica. Si surge algún problema, podría desencadenar una mayor inestabilidad financiera.
De cara al futuro, creo que la regulación de las stablecoins será un tema candente. Encontrar el equilibrio entre fomentar la innovación y prevenir riesgos será uno de los grandes retos para los reguladores de todo el mundo. Para quienes hemos vivido varios ciclos alcistas y bajistas, mantener un optimismo cauteloso puede ser la actitud más sensata. Al fin y al cabo, en este sector tan cambiante, lo único permanente es el propio cambio.
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#稳定币发展与风险 Al repasar la evolución de las stablecoins, desde los primeros días de USDT hasta la reciente colaboración entre Visa y AquaNow, se puede decir que ha habido cambios radicales. Recuerdo haber presenciado el nacimiento de USDT, en una época en la que todos debatían acaloradamente si Bitcoin podría convertirse en una herramienta de pago. Quién iba a pensar que, tras más de una década, las stablecoins no solo se convertirían en la infraestructura básica del mundo cripto, sino que incluso empezarían a penetrar en el sector financiero tradicional.
El movimiento de Visa es, sin duda, un hito. Demuestra que los gigantes tradicionales de los pagos ya reconocen el valor de las stablecoins y están dispuestos a integrarlas en su propio ecosistema. Esto me recuerda al gran revuelo que causó Facebook en 2019 con el lanzamiento de Libra. En aquel momento, gobiernos y bancos centrales de todo el mundo reaccionaron como si se enfrentaran a una amenaza, temiendo que las stablecoins privadas pudieran poner en peligro la soberanía monetaria. Ahora, parece que las stablecoins están integrándose en el sistema financiero existente de una manera más suave y progresiva.
Sin embargo, no podemos ignorar los riesgos a los que se enfrentan las stablecoins. El colapso de Terra/Luna es una lección sangrienta que nos recuerda la necesidad de mantener una vigilancia extrema sobre los mecanismos y los activos de respaldo de las stablecoins. A medida que su uso en los pagos se expande, también lo hace su importancia sistémica. Si surge algún problema, podría desencadenar una mayor inestabilidad financiera.
De cara al futuro, creo que la regulación de las stablecoins será un tema candente. Encontrar el equilibrio entre fomentar la innovación y prevenir riesgos será uno de los grandes retos para los reguladores de todo el mundo. Para quienes hemos vivido varios ciclos alcistas y bajistas, mantener un optimismo cauteloso puede ser la actitud más sensata. Al fin y al cabo, en este sector tan cambiante, lo único permanente es el propio cambio.