Las ballenas están utilizando todo el mercado como un mecanismo de recaudación de fondos para sus verdaderos objetivos: AGI, longevidad, biotecnología, monopolios de datos, programas espaciales privados.

Las ballenas necesitaban un donante. No un solo multimillonario ni el presupuesto de un gobierno. Necesitaban a una población global dispuesta a financiar su última y desesperada carrera contra el tiempo.

Una carrera hacia la AGI. Hacia la extensión de sus mentes, sus cuerpos, su legado más allá de los límites de la vida humana, y las criptomonedas se convirtieron en la máquina perfecta. Un sifón 24/7. Un casino disfrazado de revolución.

El retail cree que está invirtiendo en “el futuro”, pero en realidad está donando. Su dinero perdido asciende por la pirámide hacia laboratorios, fundaciones, think tanks, empresas privadas de IA, proyectos de longevidad e investigaciones de caja negra sobre las que nunca leerán hasta que ya estén terminadas.