Imagina esto: un cohete del tamaño de un rascacielos de 20 plantas descendiendo del cielo. El momento fue tan increíble que alguien tuvo que poner una llamada urgente en espera solo para verlo. Llamas rugiendo, dos enormes brazos mecánicos extendiéndose, atrapando el propulsor en pleno aire como si no fuera nada. ¿Y esa llamada? Completamente olvidada. Cuando presencias una ingeniería que parece ciencia ficción, incluso las conversaciones más importantes pueden esperar.
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
Imagina esto: un cohete del tamaño de un rascacielos de 20 plantas descendiendo del cielo. El momento fue tan increíble que alguien tuvo que poner una llamada urgente en espera solo para verlo. Llamas rugiendo, dos enormes brazos mecánicos extendiéndose, atrapando el propulsor en pleno aire como si no fuera nada. ¿Y esa llamada? Completamente olvidada. Cuando presencias una ingeniería que parece ciencia ficción, incluso las conversaciones más importantes pueden esperar.