No vendió ni uno. No recibió ningún pedido. Ni uno solo. En todo el mundo, solo había una persona interesada. Esa persona era Musk. En ese momento, Musk dijo: tengo una empresa que podría necesitar esto. La primera reacción de Jensen Huang: ¡Ya tengo mi primer cliente! Pero Musk añadió: es una organización sin ánimo de lucro. Al oír esto, Jensen Huang se quedó pálido. Había invertido miles de millones de dólares en desarrollar ese producto. El coste de cada unidad era de 300.000 dólares. ¿Cómo iba a poder permitírselo una organización sin ánimo de lucro? Esa empresa se llamaba OpenAI. Al final, Jensen Huang empaquetó él mismo la primera máquina que fabricó. La llevó personalmente en coche hasta San Francisco. Y en 2016 se la entregó a #马斯克 . Esta historia es muy interesante. Por un lado, un laboratorio de IA fundado como una organización “sin ánimo de lucro” para el futuro de la humanidad. Por otro, un gigante del hardware que había vislumbrado la demanda futura de capacidad de cómputo. Sus puntos de partida parecían tan puros. Pero hoy, si miramos a OpenAI, ¿Sigue siendo esa organización sin ánimo de lucro? Su modelo de funcionamiento, estructura accionarial y ambiciones comerciales parecen alejarse cada vez más de esa etiqueta de “sin ánimo de lucro”. ¿Cómo ese idealismo inicial acabó convirtiéndose paso a paso en un imperio comercial? ¿Qué pasó por el camino?
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#黄仁勋 lanzó su nuevo producto. #ai
No vendió ni uno.
No recibió ningún pedido.
Ni uno solo.
En todo el mundo, solo había una persona interesada.
Esa persona era Musk.
En ese momento, Musk dijo: tengo una empresa que podría necesitar esto.
La primera reacción de Jensen Huang: ¡Ya tengo mi primer cliente!
Pero Musk añadió: es una organización sin ánimo de lucro.
Al oír esto, Jensen Huang se quedó pálido.
Había invertido miles de millones de dólares en desarrollar ese producto.
El coste de cada unidad era de 300.000 dólares.
¿Cómo iba a poder permitírselo una organización sin ánimo de lucro?
Esa empresa se llamaba OpenAI.
Al final, Jensen Huang empaquetó él mismo la primera máquina que fabricó.
La llevó personalmente en coche hasta San Francisco.
Y en 2016 se la entregó a #马斯克 .
Esta historia es muy interesante.
Por un lado, un laboratorio de IA fundado como una organización “sin ánimo de lucro” para el futuro de la humanidad.
Por otro, un gigante del hardware que había vislumbrado la demanda futura de capacidad de cómputo.
Sus puntos de partida parecían tan puros.
Pero hoy, si miramos a OpenAI,
¿Sigue siendo esa organización sin ánimo de lucro?
Su modelo de funcionamiento, estructura accionarial y ambiciones comerciales parecen alejarse cada vez más de esa etiqueta de “sin ánimo de lucro”.
¿Cómo ese idealismo inicial acabó convirtiéndose paso a paso en un imperio comercial?
¿Qué pasó por el camino?