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Si haces contratos, ¿de verdad sabes poner un stop loss?

Sinceramente, en este mercado, los que acaban peor no suelen ser los que no tienen técnica, sino los que nunca quieren reconocer un error.

En un mercado lateral, abres un apalancamiento x2 y si te quedas pillado puedes aguantar; con suerte, incluso recuperas. Pero, ¿has visto un mercado unidireccional? Como cuando Bitcoin subió de 110,000 a 126,000 de golpe: en ese momento no estás aguantando una posición, estás aguantando una cuchillada. Tu cuenta se pone cada vez más en rojo hasta casi negro, y ya no piensas en cuánto puedes ganar, sino en “¿cuánto más puedo aguantar?”

Por eso siempre he pensado que los que realmente saben operar, antes de abrir una posición, lo primero que piensan no es en el objetivo de beneficio, sino en el límite de pérdida.

¿Hasta cuánto puedes permitirte perder de ese dinero? ¿El 1% del capital? ¿El 2%? Piensa bien esa cifra y, a partir de ahí, calcula tu precio de stop loss. Eso es lo básico en el trading. Muchos lo hacen al revés: primero miran cuánto pueden ganar, y cuando pierden, se ponen nerviosos y no saben dónde parar.

Poner un stop loss nunca es motivo de vergüenza. Si te equivocas de dirección, lo asumes; si no has acertado con el punto de entrada, te sales y ya volverás la próxima vez. Eso es cien veces más inteligente que quedarte atrapado sin poder moverte. Cortar pérdidas duele, pero el dolor pasa rápido; aguantar sin sentido, eso sí que es mortal.

¿Sabes qué es lo peor? Convertir una posición apalancada en un “holding” a largo plazo. Pasan dos semanas y no haces nada, seis meses y no cierras la posición, lo llamas mantener la convicción, pero en realidad es que una mala decisión te ha secuestrado toda la cuenta. No solo el dinero se queda bloqueado, también tu atención: cuando surge una nueva oportunidad, solo puedes mirar, porque todo tu capital está atrapado en ese lío.

Eso sí que es el peor negocio en el trading: sacrificar todas tus posibilidades futuras por seguir pagando por un error del pasado.