Durante años, las blockchains han procesado acciones iniciadas casi exclusivamente por personas. Pero a medida que los modelos de IA evolucionan, los agentes autónomos están adquiriendo la capacidad de tomar decisiones, ejecutar tareas, transferir valor y negociar con otros agentes sin intervención humana. Estos sistemas operan de forma continua, sin fatiga, vacilación ni tiempos de inactividad. Ese cambio requiere una infraestructura completamente diferente, una que refleje la velocidad y la lógica de las máquinas. Kite está diseñado específicamente para satisfacer esa necesidad.

La base de la arquitectura de Kite reside en su modelo basado en la identidad. En lugar de forzar cada acción a través de una única dirección de usuario, Kite separa las identidades en tres capas: el usuario, el agente y la sesión. Esta separación garantiza que los agentes puedan actuar de forma independiente, manteniendo al mismo tiempo permisos estrictamente definidos y revocables. Es una salvaguarda fundamental para un mundo en el que la automatización no puede permitirse operar sin límites. Con el modelo de Kite, los humanos mantienen la autoridad, mientras que los agentes llevan a cabo tareas dentro de límites claramente controlados.