En resumidas cuentas, el bitcoin no es más que cifras que parpadean en la pantalla; mirarlas no te va a hacer más feliz.

Lo que realmente da satisfacción es el dinero real que ganas con sus subidas y bajadas, ese que puedes meter en el bolsillo y sostener en la mano.

Supón que compras 1 BTC a 80.600 dólares y, cuando sube a 93.341 dólares, vendes un tercio para asegurar beneficios. ¿Y después? Utiliza ese dinero para algo tangible: por fin puedes comprarte ese bolso con el que llevas soñando; o hacerte con una consola de juegos tope de gama para disfrutar todo el año; y, si no, regalarte un viaje improvisado para tumbarte al sol en la playa.

Las cosas que puedes tocar son las que realmente te aportan felicidad auténtica.

Somos personas normales, no aspiramos a salir en la lista Forbes. Así que no te pongas demasiada presión: realiza beneficios a tiempo y date un buen capricho, eso es lo importante. El bitcoin nunca debería ser tu amo, solo es una herramienta, una herramienta a tu servicio.

Si has ganado dinero, gástatelo sin reparos y disfruta de la vida.