Grant Cardone no nació rico; estaba en quiebra y decidió cambiar su narrativa. Aquí está la parte extraña: su manual no es una fórmula secreta, es básicamente lo opuesto a lo que la mayoría de las personas hace en sus 20s.
Las cosas que importaron:
Cardone eligió UNA habilidad y se dedicó por completo. Para él, eran las ventas—no solo “buenas”, sino obsesivamente buenas. Llegaba primero, se iba el último, trabajaba 6 días a la semana. Sin pausas para Netflix, sin energía de “comenzaré el lunes”. ¿Cada conversación con un extraño? Oportunidad, no charla incómoda. Escribía metas a diario, rastreaba cada dólar y mantenía un pipeline lleno de posibilidades.
Pero aquí está lo que lo separaba de otros hermanos del esfuerzo: no celebraba las victorias tempranas. Las analizaba. Cuando llegó el impulso, no descorchó champán, preguntó “por qué” y siguió adelante.
Los errores que lo mataron:
Mientras sus amigos presumían de relojes y coches de lujo, Cardone estaba comprando activos reales. ¿Esos amigos? Aún están en quiebra. Cardone desechó a las personas negativas, nunca pagó intereses de tarjetas de crédito, y cuando ganó dinero, no lo derrochó; se volvió estratégico sobre la reinversión.
Sin excusas. Sin culpar a otros. Sin gastos imprudentes.
Las propias palabras de Cardone: “La edad no importa. Si eres constante, el cambio es inevitable.” La fórmula no es complicada, es simplemente implacablemente poco común.
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Cómo Grant Cardone realmente construyó su primer millón antes de los 30
Grant Cardone no nació rico; estaba en quiebra y decidió cambiar su narrativa. Aquí está la parte extraña: su manual no es una fórmula secreta, es básicamente lo opuesto a lo que la mayoría de las personas hace en sus 20s.
Las cosas que importaron:
Cardone eligió UNA habilidad y se dedicó por completo. Para él, eran las ventas—no solo “buenas”, sino obsesivamente buenas. Llegaba primero, se iba el último, trabajaba 6 días a la semana. Sin pausas para Netflix, sin energía de “comenzaré el lunes”. ¿Cada conversación con un extraño? Oportunidad, no charla incómoda. Escribía metas a diario, rastreaba cada dólar y mantenía un pipeline lleno de posibilidades.
Pero aquí está lo que lo separaba de otros hermanos del esfuerzo: no celebraba las victorias tempranas. Las analizaba. Cuando llegó el impulso, no descorchó champán, preguntó “por qué” y siguió adelante.
Los errores que lo mataron:
Mientras sus amigos presumían de relojes y coches de lujo, Cardone estaba comprando activos reales. ¿Esos amigos? Aún están en quiebra. Cardone desechó a las personas negativas, nunca pagó intereses de tarjetas de crédito, y cuando ganó dinero, no lo derrochó; se volvió estratégico sobre la reinversión.
Sin excusas. Sin culpar a otros. Sin gastos imprudentes.
Las propias palabras de Cardone: “La edad no importa. Si eres constante, el cambio es inevitable.” La fórmula no es complicada, es simplemente implacablemente poco común.