2026 se perfila como un año en el que la fragmentación comercial se convierte en la nueva normalidad. Ya estamos viendo signos de ello: naciones construyendo muros en lugar de puentes, cadenas de suministro volviéndose más localizadas y bloques económicos formándose en torno a intereses compartidos en lugar de la cooperación global.

Pero aquí está el giro: mientras la fragmentación gana terreno, todavía hay un fuerte impulso para preservar lo que queda del orden comercial liberal. Piénsalo como una lucha entre el nacionalismo y el globalismo.

Para aquellos de nosotros que estamos observando las criptomonedas y los activos digitales, esto importa más de lo que piensas. Las políticas comerciales fragmentadas podrían significar enfoques regulatorios divergentes: lo que es legal en una jurisdicción podría estar restringido en otra. Las transacciones transfronterizas podrían volverse más complicadas. Sin embargo, si los esfuerzos por mantener sistemas abiertos tienen éxito, podríamos ver a las monedas digitales desempeñando un papel más importante como capas de liquidación neutrales.

La verdadera pregunta no es si la fragmentación ocurrirá, ya está ocurriendo. Es si los mecanismos diseñados para mantener los mercados abiertos pueden adaptarse lo suficientemente rápido. Y en ese vacío, las finanzas descentralizadas podrían encontrar su momento.