Las mareas del mercado nunca son influenciadas por la voz de un solo individuo. Cuando la opinión pública atribuye el aumento del mercado de valores al informe de ganancias de Nvidia que eleva la confianza y a la ruptura de la teoría de la burbuja de IA, quizás olvidemos que las declaraciones políticas de Trump, las manifestaciones de política monetaria de Powell y las perspectivas tecnológicas de Jen-Hsun Huang son solo olas efímeras en el largo río de la historia. No es necesario aferrarse a atrapar las palabras de una sola persona o las perturbaciones a corto plazo de un evento; el tema central de la vida siempre ha sido vivir intensamente y sin arrepentimientos, aceptar con calma los altibajos de la vida y también abrazar esos momentos aparentemente aburridos y mundanos.

La rueda gigante de la era avanza eternamente, llevando una energía casi sobrehumana, aplastando sin piedad a todos los que se interponen. A diferencia de las máquinas rugientes y la infraestructura visible de la Revolución Industrial, la llegada de la IA es silenciosa e imperceptible: se oculta en el torrente virtual de datos, está presente en las interacciones inteligentes diarias, pero está reconfigurando todo con una tendencia irreversible.

Siempre he creído que el trasfondo de la civilización humana es la valentía para escalar nuevas alturas. El futuro sin duda será cada vez mejor, cada generación más resistente e inteligente, y la creación de riqueza continuará evolucionando y actualizándose con el tiempo. Por eso elijo invertir en el Nasdaq: para permitir que las mentes más brillantes y las empresas más destacadas del mundo sigan innovando en el ciclo de "destrucción y reconstrucción". Y la innovación no tiene fin, al igual que el potencial humano, que tiene posibilidades infinitas de expansión.