Nassef Sawiris sigue sentado en el trono de la riqueza de Egipto. Ocho mil millones de dólares. Eso es lo que vale, más o menos. Ha estado allí durante años.
Su alcance empresarial sigue creciendo. Es un poco sorprendente, en realidad. Ahora está fijándose en la infraestructura americana: un plan de inversión impresionante de $50 mil millones. Ningún otro magnate egipcio se acerca a ese nivel.
El mes pasado, el mundo del dinero no podía dejar de mirarlo. Parece que sus movimientos con empresas públicas llamaron la atención de todos. Está por todas partes. Fertilizantes. Químicos. Incluso posee parte del Aston Villa. Fútbol, ¿sabes? No está del todo claro cuál será su próximo objetivo.
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Nassef Sawiris sigue sentado en el trono de la riqueza de Egipto. Ocho mil millones de dólares. Eso es lo que vale, más o menos. Ha estado allí durante años.
Su alcance empresarial sigue creciendo. Es un poco sorprendente, en realidad. Ahora está fijándose en la infraestructura americana: un plan de inversión impresionante de $50 mil millones. Ningún otro magnate egipcio se acerca a ese nivel.
El mes pasado, el mundo del dinero no podía dejar de mirarlo. Parece que sus movimientos con empresas públicas llamaron la atención de todos. Está por todas partes. Fertilizantes. Químicos. Incluso posee parte del Aston Villa. Fútbol, ¿sabes? No está del todo claro cuál será su próximo objetivo.