¡Caramba, siempre he oído la mitad de este dicho, pero nunca me contaron el resto! "Si el agua es clara, no habrá peces; si una persona observa demasiado, no tendrá discípulos." ¡Ahí está una sabiduría que los viejos chinos guardaron y que hoy casi nadie conoce!
Mirando este proverbio con mis propios ojos, me doy cuenta de lo tontos que hemos sido en nuestra búsqueda de la perfección. ¡En el agua cristalina, sin nutrientes, los peces mueren! ¿Y cuántas veces he sido esa persona que exige demasiado de los demás?
Este texto del "Libro de Ritos de la Dinastía Han" me impactó. ¿Quién no ha sido esa persona molesta, observando cada detalle, criticando todo? Yo ya fui así y ¿cuál fue el resultado? Me quedé solo, sin amigos, sin compañeros. ¡Igual que esa agua purísima donde ningún pez sobrevive!
Lo que más me irrita es ver gente por ahí juzgando a los demás con una regla que ni ellos mismos pueden alcanzar. Seamos honestos: ¡nadie es perfecto! He visto a personas perder relaciones valiosas por culpa de esta manía de perfección. ¡Absurdo!
En casa, en el trabajo, con amigos... siempre queremos moldear a los demás a nuestro gusto. ¡Qué arrogancia! ¿Quiénes somos nosotros para exigir que el otro sea diferente? Deberíamos aprender de este antiguo proverbio a ser más tolerantes.
Y no me vengan a decir que estoy siendo muy flexible. ¡Esta es una sabiduría que ha atravesado siglos! Cuando exigimos demasiado, cuando analizamos cada detalle del comportamiento ajeno, acabamos alejando a las personas. Intenta vivir así y verás que pronto estarás solo.
En la vida real, es necesario aceptar las imperfecciones - de los demás y las nuestras. ¡Eso no es debilidad, es inteligencia emocional! Es saber navegar en las aguas turbias de la vida, donde los peces (relaciones) realmente prosperan.
Quizás el mundo sería mejor si dejáramos de lado esta obsesión por la perfección y aceptáramos que las aguas perfectas son aguas muertas. ¿Y las personas perfectas? Bueno, ¡simplemente no existen!
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El antiguo secreto que nadie te cuenta: "Si el agua está limpia, no habrá peces"
¡Caramba, siempre he oído la mitad de este dicho, pero nunca me contaron el resto! "Si el agua es clara, no habrá peces; si una persona observa demasiado, no tendrá discípulos." ¡Ahí está una sabiduría que los viejos chinos guardaron y que hoy casi nadie conoce!
Mirando este proverbio con mis propios ojos, me doy cuenta de lo tontos que hemos sido en nuestra búsqueda de la perfección. ¡En el agua cristalina, sin nutrientes, los peces mueren! ¿Y cuántas veces he sido esa persona que exige demasiado de los demás?
Este texto del "Libro de Ritos de la Dinastía Han" me impactó. ¿Quién no ha sido esa persona molesta, observando cada detalle, criticando todo? Yo ya fui así y ¿cuál fue el resultado? Me quedé solo, sin amigos, sin compañeros. ¡Igual que esa agua purísima donde ningún pez sobrevive!
Lo que más me irrita es ver gente por ahí juzgando a los demás con una regla que ni ellos mismos pueden alcanzar. Seamos honestos: ¡nadie es perfecto! He visto a personas perder relaciones valiosas por culpa de esta manía de perfección. ¡Absurdo!
En casa, en el trabajo, con amigos... siempre queremos moldear a los demás a nuestro gusto. ¡Qué arrogancia! ¿Quiénes somos nosotros para exigir que el otro sea diferente? Deberíamos aprender de este antiguo proverbio a ser más tolerantes.
Y no me vengan a decir que estoy siendo muy flexible. ¡Esta es una sabiduría que ha atravesado siglos! Cuando exigimos demasiado, cuando analizamos cada detalle del comportamiento ajeno, acabamos alejando a las personas. Intenta vivir así y verás que pronto estarás solo.
En la vida real, es necesario aceptar las imperfecciones - de los demás y las nuestras. ¡Eso no es debilidad, es inteligencia emocional! Es saber navegar en las aguas turbias de la vida, donde los peces (relaciones) realmente prosperan.
Quizás el mundo sería mejor si dejáramos de lado esta obsesión por la perfección y aceptáramos que las aguas perfectas son aguas muertas. ¿Y las personas perfectas? Bueno, ¡simplemente no existen!