Sobre "ocultar" y "revelar": ¿qué es un verdadero sabio?
La gente a menudo confunde "inteligencia" con "sabiduría", pero en realidad, los dos son de niveles muy diferentes.
Los que son astutos, como los fuegos artificiales que parpadean en el cielo nocturno, persiguen la brillantez y la admiración de un instante. Se acostumbran a probar el corazón de las personas con dinero, a poner trampas con palabras, convirtiendo las relaciones interpersonales en un juego de cálculo. Siempre están "mostrando", ansiosos por exhibir su ingenio, pero no saben que el verdadero valor nunca necesita ser probado deliberadamente.
Y los verdaderos sabios son más como los antiguos pinos en las montañas profundas, echando raíces en el silencio y creciendo en la quietud. No buscan llamar la atención, pero tienen su propio carácter. Ellos entienden a una persona sin utilizar la balanza del dinero, ni palabras de prueba, sino que observan sus acciones involuntarias con los ojos, empatizan con las posiciones detrás de sus palabras y acciones con el pensamiento, y sedimentan su comprensión de la humanidad a través de la reflexión.
Este tipo de "profundidad oculta" no es un acto de pretensión, sino una claridad y calma que proviene de haber experimentado las vicisitudes de la vida. Ellos comprenden que la naturaleza humana es compleja y que no es necesario forzar una comprensión inmediata; que las circunstancias de la vida son inciertas y que no hay prisa por preocuparse por ganancias o pérdidas momentáneas. Su sabiduría es una cultivación interior, una comprensión silenciosa, y una sutileza de ver sin revelar.
Así que, no te aferres más a esos pequeños trucos de "exposición", intenta calmarte y practicar la habilidad de "ocultamiento". Cuando tus ojos puedan ver la esencia, cuando tu pensamiento pueda aceptar las diferencias, cuando tu reflexión pueda penetrar las apariencias, estarás muy cerca de la verdadera sabiduría.
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Sobre "ocultar" y "revelar": ¿qué es un verdadero sabio?
La gente a menudo confunde "inteligencia" con "sabiduría", pero en realidad, los dos son de niveles muy diferentes.
Los que son astutos, como los fuegos artificiales que parpadean en el cielo nocturno, persiguen la brillantez y la admiración de un instante. Se acostumbran a probar el corazón de las personas con dinero, a poner trampas con palabras, convirtiendo las relaciones interpersonales en un juego de cálculo. Siempre están "mostrando", ansiosos por exhibir su ingenio, pero no saben que el verdadero valor nunca necesita ser probado deliberadamente.
Y los verdaderos sabios son más como los antiguos pinos en las montañas profundas, echando raíces en el silencio y creciendo en la quietud. No buscan llamar la atención, pero tienen su propio carácter. Ellos entienden a una persona sin utilizar la balanza del dinero, ni palabras de prueba, sino que observan sus acciones involuntarias con los ojos, empatizan con las posiciones detrás de sus palabras y acciones con el pensamiento, y sedimentan su comprensión de la humanidad a través de la reflexión.
Este tipo de "profundidad oculta" no es un acto de pretensión, sino una claridad y calma que proviene de haber experimentado las vicisitudes de la vida. Ellos comprenden que la naturaleza humana es compleja y que no es necesario forzar una comprensión inmediata; que las circunstancias de la vida son inciertas y que no hay prisa por preocuparse por ganancias o pérdidas momentáneas. Su sabiduría es una cultivación interior, una comprensión silenciosa, y una sutileza de ver sin revelar.
Así que, no te aferres más a esos pequeños trucos de "exposición", intenta calmarte y practicar la habilidad de "ocultamiento". Cuando tus ojos puedan ver la esencia, cuando tu pensamiento pueda aceptar las diferencias, cuando tu reflexión pueda penetrar las apariencias, estarás muy cerca de la verdadera sabiduría.