"Lo he perdido todo, ni siquiera me queda dinero para comprar un anillo."

Quedamos para comer el fin de semana, y de repente Aje me plantó la pantalla del móvil delante de los ojos. En la sección de saldo, una cifra de cuatro dígitos, en rojo chillón. Hace medio año todavía me presumía de los más de treinta mil euros que tenía en la cuenta: el capital inicial de dos años de ahorro para emprender, y ahora solo quedaba el cambio.

Le puse un trozo de carne en su cuenco, no respondí enseguida, saqué el historial de WeChat de hace unos meses: "En su momento te aconsejé que probaras con una pequeña parte, y tú dijiste que yo 'era un cobarde sin agallas', ¿y luego qué? Apalancamiento x5 a lo loco, ¿te acuerdas?"

Se agarró la cabeza, ni siquiera podía quedarse sentado en la silla: "En el grupo todo el mundo publicaba capturas de pantalla con sus ganancias, y decían cosas como 'si no te subes a este tren te arrepentirás toda la vida', 'si no entras ahora, ¿cuándo entonces?'... Yo vi tus avisos y de verdad pensé que eran frases motivacionales, pasé de ellos."

Lo he visto muchas veces. Así es el mundo cripto: todos los novatos piensan que han encontrado la fórmula para hacerse ricos, y solo cuando meten su capital se dan cuenta de lo profunda que es el agua. Abrí la app de trading para enseñarle: "Este mercado nunca duerme, el dinero global circula sin parar. ¿Crees que cada vez que compras baja y cuando vendes sube es porque te tienen fichado? En realidad, es que todos los minoristas piensan igual, y el dinero grande lo ve clarísimo. Nuestro dinero, para ellos, es como nenúfares flotando en su estanque."

Aje se acercó de repente, con una mirada llena de frustración: "¿Aún hay esperanza? Ahora me paso las noches mirando el gráfico hasta las tres de la mañana, he aprendido un montón de indicadores técnicos."

Sonreí: "La forma de ganar dinero en cripto es, en realidad, ridículamente sencilla: lo difícil nunca ha sido encontrar oportunidades, sino controlar las manos y no operar a lo loco. Antes conocí a un amigo que hacía trading cuantitativo, re..." (Todavía no había terminado de hablar cuando el camarero nos interrumpió trayendo la comida).

En resumen, a este mercado no le faltan historias, lo que le falta es gente capaz de aprender de las historias de los demás. El apalancamiento es un arma de doble filo: basta un instante para que te liquiden.