He recuperado los registros de transferencias de 2016 y ese número de 90.000 que aparece en la pantalla sigue siendo igual de impactante hoy en día. Era todo el dinero que ahorré en un año sin gastar ni un céntimo, lo metí todo ahí, y me sudaban las manos.

Cuando entré en el sector no entendía nada, los gráficos de velas parecían jeroglíficos. Cada movimiento del precio me ponía nervioso, si subía dos puntos me alegraba medio día, si bajaba dos puntos me daban ganas de tirar el móvil. Recuerdo la primera vez que toqué una altcoin, nada más comprar empezó a desplomarse y perdí un 15%. Aquella noche no apagué el ordenador ni me atreví a encender el aire acondicionado, solo miraba la pantalla refrescando el precio, con las manos temblando—tenía miedo de despertarme y ver la cuenta a cero.

En los grupos siempre había alguien dando señales. Que si “All in, a por todas, la semana que viene cambiamos de coche”, que si “El que entre tarde se va a arrepentir”, todo acompañado de capturas de posiciones abiertas inundando la pantalla. Al ver todo eso la sangre se me subía, hasta llegué a pulsar el botón de aumentar posición, solo faltaba confirmar. Me quedé mirando el saldo dudando mucho rato, recordando lo que decían los mayores de casa: “No juegues con el dinero que necesitas para vivir”. Al final me retiré, y solo después de beberme media botella de Coca-Cola helada conseguí tranquilizarme.

Ahora que lo pienso, esa vez que no confirmé la operación valió más que todas las “compras en el mínimo” que vinieron después.

En estos años he visto de todo en el sector. Algunos se apalancan y multiplican su dinero decenas de veces en pocos días, presumen de beneficios en redes y al día siguiente, liquidación total; otros lo apuestan todo a una moneda de moda, y cuando sube alardean de “ganar dinero sin hacer nada”, pero con una corrección desaparecen del mapa. Cada día hay una nueva historia de enriquecimiento: hoy uno se hace millonario de la noche a la mañana, mañana otro se compra un coche de lujo, pero los que de verdad sobreviven a tres ciclos de mercado alcista y bajista se pueden contar con los dedos.