El espectáculo de la reducción del balance de la Reserva Federal ha llegado a su fin.

Recientemente, los funcionarios han insinuado con frecuencia que la expansión del balance es inminente. Algunas instituciones predicen que tan pronto como en la reunión de tipos de interés de la próxima semana podría anunciarse oficialmente: se pondrá en marcha un programa de compras de gestión de reservas, adquiriendo 20.000 millones de dólares en bonos del Tesoro a corto plazo cada mes. Más importante aún, la oleada de liquidez de principios de diciembre alcanzó su nivel más alto desde la pandemia de 2020. Una vez que se abre la compuerta para este tipo de operaciones, la experiencia histórica nos dice: es difícil detenerlo.

Si miramos atrás al mes posterior al 11 de octubre, el sentimiento del mercado parecía sacado de una película de desastres. Durante 29 días, el índice de miedo apenas se calmó; este tipo de miedo sostenido es raro en la historia. Muchos ven el pánico como algo negativo, pero desde otra perspectiva: las manos fuertes aprovechan estas emociones extremas para sacudir a los inversores y hacerse con sus posiciones. Solo cuando los minoristas están tan desgastados que ni siquiera se atreven a esperar un rebote, es cuando realmente se produce un cambio de manos.

En esta corrección de Bitcoin, la caída no ha sido tan pronunciada como las dos anteriores del 30%, pero el ciclo de pánico ha sido más largo y la emoción más intensa. ¿Por qué? Porque la lógica de la sacudida ha cambiado.

Para el mercado cripto, ¿qué significa esta serie de medidas de la Reserva Federal? Que la liquidez del dólar está a punto de liberarse significativamente. El sector cripto, como típico activo de riesgo, es extremadamente sensible a los cambios en la liquidez. Cuando entre una gran cantidad de dólares, inevitablemente una parte se filtrará hacia los activos digitales, lo que podría marcar el inicio de un nuevo ciclo de liquidez.

Al mercado nunca le falta dramatismo; lo que falta son personas capaces de entender el guion.