Aquí hay un problema con el que EE. UU. ha luchado durante más de 60 años: ser la moneda de reserva del mundo es genial para Wall Street, pero brutal para Main Street.
La trampa de la que nadie habla
En la década de 1960, el economista Robert Triffin notó algo sorprendente. Se dio cuenta de que cualquier país que se convierta en la moneda de reserva global queda atrapado en una paradoja:
Para mantener al mundo feliz (y sosteniendo tu moneda), tienes que inundar el globo con tu dinero. Esto también inunda tu mercado interno. ¿Resultado? Los déficits comerciales explotan, los empleos manufactureros desaparecen y las brechas de riqueza se amplían.
Mira el balance comercial de EE. UU. desde 1960: ha estado constantemente en números rojos durante décadas. El dólar tuvo que ir a todas partes porque el mundo necesitaba dólares. Pero ese mismo mecanismo desmanteló las fábricas americanas y trasladó la producción a países con monedas más débiles y mano de obra más barata.
La Ironía
El estatus de moneda de reserva ha sido una espada de doble filo:
La ventaja: EE. UU. puede exportar papel (dólares literales) en lugar de bienes. Dinero extranjero inunda los tesoros de EE. UU., acciones y bienes raíces. Esto impulsó el mercado alcista de 40 años.
El inconveniente: Los trabajadores estadounidenses ven desaparecer empleos. El déficit de cuenta corriente nunca se corrige por sí mismo porque el dólar se mantiene artificialmente fuerte. La clase trabajadora paga el precio mientras los propietarios de activos prosperan.
¿La solución?
Entra en Bitcoin. Una moneda que nadie controla, nadie puede inundar el mercado con, y nadie puede utilizar como arma para ventaja comercial. Es el botón de reinicio monetario que el sistema actual no puede proporcionar desde dentro.
La Reserva Federal y Washington están atrapados entre dos malas opciones: mantener el juego de la moneda de reserva ( aceptar la creciente desigualdad ) o dejarlo ir ( perder dominio geopolítico ). Bitcoin elude todo el dilema.
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Por qué Bitcoin podría ser la solución al problema de la moneda de EE. UU.
Aquí hay un problema con el que EE. UU. ha luchado durante más de 60 años: ser la moneda de reserva del mundo es genial para Wall Street, pero brutal para Main Street.
La trampa de la que nadie habla
En la década de 1960, el economista Robert Triffin notó algo sorprendente. Se dio cuenta de que cualquier país que se convierta en la moneda de reserva global queda atrapado en una paradoja:
Para mantener al mundo feliz (y sosteniendo tu moneda), tienes que inundar el globo con tu dinero. Esto también inunda tu mercado interno. ¿Resultado? Los déficits comerciales explotan, los empleos manufactureros desaparecen y las brechas de riqueza se amplían.
Mira el balance comercial de EE. UU. desde 1960: ha estado constantemente en números rojos durante décadas. El dólar tuvo que ir a todas partes porque el mundo necesitaba dólares. Pero ese mismo mecanismo desmanteló las fábricas americanas y trasladó la producción a países con monedas más débiles y mano de obra más barata.
La Ironía
El estatus de moneda de reserva ha sido una espada de doble filo:
La ventaja: EE. UU. puede exportar papel (dólares literales) en lugar de bienes. Dinero extranjero inunda los tesoros de EE. UU., acciones y bienes raíces. Esto impulsó el mercado alcista de 40 años.
El inconveniente: Los trabajadores estadounidenses ven desaparecer empleos. El déficit de cuenta corriente nunca se corrige por sí mismo porque el dólar se mantiene artificialmente fuerte. La clase trabajadora paga el precio mientras los propietarios de activos prosperan.
¿La solución?
Entra en Bitcoin. Una moneda que nadie controla, nadie puede inundar el mercado con, y nadie puede utilizar como arma para ventaja comercial. Es el botón de reinicio monetario que el sistema actual no puede proporcionar desde dentro.
La Reserva Federal y Washington están atrapados entre dos malas opciones: mantener el juego de la moneda de reserva ( aceptar la creciente desigualdad ) o dejarlo ir ( perder dominio geopolítico ). Bitcoin elude todo el dilema.