El humilde centavo se está convirtiendo en la broma más cara de EE. UU.. Aquí hay un dato sorprendente que sigue empeorando: la Casa de Moneda de EE. UU. pierde dinero en cada moneda de un centavo que produce. Literalmente estamos gastando más de un centavo para hacer un centavo.

Esto no es un nuevo drama, pero la situación está llegando a un punto de quiebre. La Casa de Moneda ha sido vocal sobre esta absurda economía durante años. Los costos de producción siguen aumentando mientras que el poder adquisitivo se mantiene congelado en... bueno, un centavo.

¿Sentimiento público? Cambió drásticamente. Las personas que alguna vez defendieron los centavos por nostalgia ahora se preguntan por qué siquiera nos molestamos. Las máquinas expendedoras no los aceptan. Muchas empresas redondean al níquel más cercano de todos modos. Se acumulan en frascos, se lanzan a fuentes o se tiran literalmente porque valen menos que el esfuerzo de usarlos.

Algunos países ya han eliminado sus monedas más pequeñas. Canadá desechó el centavo en 2013. ¿Colapsó su economía? No. ¿A alguien realmente le hicieron falta? No particularmente.

La suerte del centavo no solo se ha acabado, sino que ha sido desmentida matemáticamente. Cuando tu moneda cuesta más fabricarla que el valor nominal que representa, no estás dirigiendo una casa de moneda. Estás dirigiendo una muy ineficiente caridad para los proveedores de zinc y cobre.